Thursday, May 25, 2000

La Divina Providencia.

La Divina Providencia

En nuestra reunión para preparar el tema de la Divina Providencia, Alberto y yo llegamos a una serie de reflexiones conjuntas que más o menos se resumen en: (Las he transformado a modo de interrogación para que nos ayude a todos a profundizar sobre las mismas y dar pie a otras. Lo ideal es que el viernes esta lista de reflexiones se enriquezca con las del resto del grupo, cuantas más mejor).

--Todo lo que ocurre tiene un sentido ¿Cómo lo vivimos y como nos lo tomamos (qué actitud tenemos ante lo que nos ocurre)?

----¿Hemos sido creados para algo? ¿Dios ha creado un mundo perfecto donde las piezas tendrían que encajar? ¿nos empeñamos en llevarle la contraria sin escucharle ni dejarle actuar? ¿Tenemos un rol adjudicado cada uno de nosotros? ¿Sabemos escuchar a Dios para que nos vaya marcando el camino, para saber cual es nuestro rol? ¿O preferimos estar sordos y ciegos y seguir empeñados en seguir el nuestro, el que nos apetece? Porque pensamos que nos va a dar más satisfacción.

---¿La Providencia nos va descubriendo el rol que tenemos que jugar en el camino que Dios nos marca? ¿En qué se diferencia una persona que asume su rol, es decir que se ha puesto en manos de Dios que confía en la Providencia y otra que solo depende de su voluntad y fuerza humana?

---Cuando decimos “Si Dios quiere” o cuando “Dios quiera” ¿somos realmente conscientes de lo que decimos, en cuanto que dejamos en sus manos lo que él disponga? ¿O es una “frase hecha” más que forma parte de nuestro vocabulario, o de la tradición?

---También cuantas veces lo decimos pero por dentro estamos deseando que ocurra otra cosa ¿cambiaría nuestra postura si realmente fuéramos sinceros en nuestro deseo de que sea Dios el que maneje el asunto?

(Pensemos en los mil y un ejemplos cotidianos que han surgido y surgen en nuestra vida diaria, con la familia, novios, amigos, compañeros de trabajo, vecinos etc…)

--Si ponemos en una balanza las dos posturas: “lo que Dios quiera, como Dios quiera y cuando Dios quiera” y “lo que yo quiera, como yo quiera y cuando yo quiera” ¿Cuál ganaría?

--Y ¿con cual de ellas nos hemos sentido mejor a la larga?

--¿Renunciamos generalmente a ser poseedores de la verdad, abriéndonos y confiando siempre en Dios? ¿Dejamos realmente que actúe? (cuanto más dejemos que actúe Dios, mejor guiados, amparados y serenos nos sentiremos).

--¿Elige Dios personas determinadas que se ponen en nuestro camino para decirnos algo?

--¿Has hecho alguna vez cosas que no te apetecen pero que te dan mucha satisfacción?, ¿Notas a través de la oración una voz interna que te va marcando claramente lo que debes o no hacer y te va guiando por un camino de forma más clara?.

--Dar el máximo de si mismo y a partir de ahí trabaja la Providencia. Cuando uno se guarda cosas para sí no está la Providencia ¿Sabes bien hasta donde puedes llegar?

--Cuando uno hace cosas que no le apetecen pero que cree que son buenas, por ese camino descubres un Universo lleno de satisfacciones. Se abren puertas que no buscaste pero que tienen sentido. Hacer las cosas con cariño, esmero sin pretender ser perfeccionista.

--¿Crees que la Providencia es lo que viene de Dios? ¿Es decir lo mejor para ti?

--Por mucho que planeemos, no todo va salir por donde queremos. Y menos mal¡¡ Sería algo planeado con ojos humanos y por tanto muy limitado y menos satisfactorio que lo que nos depara Dios.

--Es muy importante descubrir el sentido de lo que nos ha ocurrido y agradecer constantemente, de TODO tanto lo bueno como lo malo. Si se tienen hábitos de oración, de meditación, es muy fácil verlos darse cuenta de ello. Y si vas muy rápido sin pararte a meditar, la vida se desparrama. Inconscientemente. El que siente en paz y sereno va por el camino marcado por Dios, es decir viviendo en clave de Providencia.

----La Providencia como algo que viene de Dios, es como un radar interno que te indica “Por aquí vas bien y por aquí vas mal” cuanto más ejercitas la meditación, mejor funciona ese radar.

---¿Cuál es la mejor forma de dejar actuar a la Providencia? O mejor dicho ¿Qué tenemos que hacer para que la Providencia actúe al 100%?

(Sabemos que si vamos buscando algo bueno para los demás y no sólo en beneficio propio la Providencia empieza a trabajar, así que cuanto más pensemos en los demás….)

--¿Actuamos en la vida como si todo dependiera de nosotros? ¿Demostrando nuestras cualidades, nuestra valía, o como si fuéramos transmisores de lo que Dios quiere hacer a través de nosotros? ¿De lo que la Providencia nos tiene preparado día a día?

--¿Somos por tanto conscientes de los dones que nos ha regalado y hacemos buen uso de ellos como si fuera algo prestado o como si fuera mérito nuestro?

¿No es más sabio pensar que es un “préstamo” algo que Dios nos da temporalmente para usarlo, de una manera determinada, en el camino que la Providencia nos va marcando? ¿Somos administradores o poseedores de esos talentos?

Y volviendo al primera pregunta:

---La familia, novios, trabajo, físico, lugar de nacimiento, aptitudes, que nos han tocado, las alegrías, penas, experiencias, circunstancias, sorpresas, etc etc… ¿está todo planeado por la Providencia? ¿Cuantas veces nos hemos desviado del camino que nos tiene marcado desde nuestro nacimiento? ¿Y que consecuencias ha tenido?

Sobre la Divina Providencia

Creer en la Providencia Divina es creer que nuestro Señor está cerca de nosotros y nos habla a través de los acontecimientos que pueblan nuestra vida cotidiana. Creer en la Providencia es creer que el seguimiento y la entrega a nuestro Señor, concretado en el servicio a los demás, no se hace desde nuestras propias fuerzas, sino que el Espíritu de nuestro Señor se hace presente en las personas y acontecimientos cotidianos para ir poniendo los medios para cumplir su voluntad. Creer en la Providencia consiste en ir renunciando a ser los poseedores de la verdad y del criterio correcto, para abrirse a otros criterios, otras formas de entrega, otras formas de entender lo que es verdadero. La Providencia impresiona en muchas ocasiones por su creatividad y por su originalidad . Nos hace caer en la cuenta de que los planes de nuestro Señor no son nuestros planes y que los suyos van mucho más allá que los nuestros.

Cuando las cosas que deseamos y buscamos están dentro de nuestras capacidades, es difícil percibir la providencia. Cuando nuestra entrega empieza a disponerse más allá de lo que nosotros somos y de lo que podemos, la Providencia comienza a tener espacio para poder actuar. Por una vez dejamos espacio a nuestro Señor para que cuide de nosotros. Cuando todo lo tenemos controlado y medido, no hay tanto espacio para que nuestro Señor se manifieste. Es precisamente cuando uno se sitúa en lo desconocido, en el límite de sus posibilidades cuando uno descubre la acción de nuestro Creador. En cosas inesperadas que suceden, en acciones de personas con las que no contábamos.

En la medida en que uno se va involucrando y entregando a los demás, se pasa de controlar casi todo a empezar a no controlar casi nada. Cuando uno ya no puede dar más, porque ha puesto toda la carne en el asador, es cuando la Providencia se hace presente. Lo más hermoso de la Providencia es el hecho de que no depende de nosotros y precisamente por eso, no nos lo podemos atribuir como mérito propio, sino como un regalo que proviene de fuera de nosotros (de nuestro Señor).

La vivencia honda de la Providencia nos permite centrarnos en las cosas más importantes ("buscar el Reino de Dios y su justicia") y no dar tanta importancia a lo que no la tiene ("porque el resto se nos dará por añadidura").

En ocasiones, creer en la Providencia se atribuye a ingenuidad, a no poner los medios, a dejarse llevar por lo que pase sin preocuparnos. Cuando la frase "Dios proveerá" se empieza a utilizar a la ligera. Por el contrario, la Providencia surge más, cuando se han puesto todos los medios a nuestro alcance, se han agotado casi todos los caminos y ya no podemos hacer más. Es entonces cuando uno empieza a estar suspendido de manos de la Providencia. Cuando identificamos con hondura cuál es el plan de Dios y nos ponemos manos a la obra hasta llegar al límite de nuestras posibilidades, sentimos que somos medios de Jesús, no fines. Nos ofrecemos sin certeza a un plan que nos parece justo e inspirado por el Espíritu, pero que está en buena medida fuera de nuestro control y alcance.

Os pongo algunos ejemplos para que podamos ir pensando en clave de la Providencia.

1. Cuando la madre Teresa de Calcuta murió, un periodista escribió un artículo en conmemoración. Se impresionaba cómo la madre Teresa decía a todo el mundo en Calcuta (cuando empezaba) que le trajeran los niños no deseados, que ella los cuidaba. Él le decía que no podría hacerse cargo, que estaba fuera de su alcance. Ella en cambio, después de hacer todo lo que estaba en su mano, le respondía con una sonrisa que sólo ella tenía: "Dios proveerá".

En esta clave se trataría de ir identificando en nuestras vidas, planes que hemos ido viendo inspirados por el Espíritu que nos han entusiasmado. Poder contemplar los momentos en los que las cosas no están bajo nuestro control e intentar reconocer la acción de la providencia.

2. Cuando estuve en Nueva York, conocí un cura de Vallecas que llevaba viviendo 20 años allí. Él es periodista y durante años identificó que su proyecto era organizar un programa de radio para los inmigrantes hispanos de primera generación que se sentían desarraigados en una ciudad y un país extraño y hostil. En una ocasión, cuando él ya no podía hacer más para encontrar financiación, necesitaba 7000 dólares para el día siguiente y lo dijo a través del programa de radio. Por la noche, al concluir el programa, una señora le llamó y quedó con él para darle los 7000 dólares que necesitaba.

3. Un momento privilegiado para descubrir la Providencia se produce cuando se nos cierran las puertas a nuestros planes y se abren otras puertas, con planes en ocasiones distintos que a posteriori resultan hacernos más felices. Cuando busqué con la mejor de mis voluntades trabajo en Oklahoma tras terminar mis estudios en Chicago, me rescindieron la oferta de empleo dos semanas antes. Me quedé un poco perplejo y volví a la carga para continuar buscando trabajo (puse toda la carne en el asador). Encontré un trabajo en Nueva York que resultó en una experiencia humana y de encuentro con el Señor que superaba todas mis previsiones.

4. En esta línea, cuando regresé a España, tras dos años, busqué trabajo en un banco y no me quisieron. Posteriormente y totalmente fuera de mi control, surgió otra oportunidad en otro departamento, donde considero que estoy mucho mejor que en el inicial.

Por tanto, se trataría de compartir en la reunión, cómo entendemos la Providencia de nuestro Señor, compartir los momentos en los que hemos identificado su acción, cómo nos hemos sentido. Es un medio más para poder descubrir la acción y la presencia del Señor en nuestras vidas.

Lc 12, 22-33:
Confianza en el Padre

Y a sus discípulos les dijo: "No andéis agobiados por la vida, pensando qué vais a comer, ni por el cuerpo, pensando con qué os vais a vestir; porque la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido. Fijaos en los cuervos: ni siembran ni siegan, no tienen despensa ni granero y sin embargo Dios los alimenta. Y cuánto más valeis vosotros que los pájaros.

Y quién de vosotros a fuerza de agobiarse podrá añadir una hora al tiempo de su vida?. Entonces, si nos sois capaces ni siquiera de lo pequeño, por qué os agobiais por lo demás. Fijaos cámo crecen los lirios del campo. Ni hilan ni tejen, y os digo que ni Salomón en todo su fasto estaba vestido como cualquiera de ellos. Pues si a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, Dios la viste así, no hará Dios mucho más por vosotros, gente de poca fe. No estéis con el alma en un hilo buscando qué comer y qué beber. Son los paganos los que ponen su afán en esas cosas; yq sabe vuestro Padre que tenéis necesidad de todo eso. En cambio, buscad que él reine y eso se os dará por añadidura.

Tranquilizaros, rebaño pequeño, que es decidión de vuestro Padre, reinar de hecho sobre vosotros. Vended vuestros bienes y dadlos en limosna. Haceos bolsas que no se estropeen, un tesoro inagotable en el cielo, a donde no se acercan los ladrones ni echa a perder la polilla. Porque donde tengáis vustra riqueza tendréis vuestro corazón.