Sunday, January 23, 2000

El Encuentro con Dios

El encuentro con Dios

Gracias Señor, porque el proceso de encuentro contigo no es tanto sobre nosotros (lo que hacemos o dejamos de hacer) y es tantísimo más sobre Ti, lo que puedes lograr en nosotros, lo que hiciste, lo que haces y lo que con tantísimo entusiasmo estás deseoso de hacer por y con nosotros.

La intimidad con el Señor es más un proceso de dejarse hacer y construir por Él, que un proceso en el que somos nosotros los que lo construimos todo.

Cuando quiero presentarme ante ti para ser merecedor de tu afecto y reconocimiento, no permito que seas Tú el que construyas. Lo que construyo para impresionarte, no impresiona, porque lo que realmente impresiona eres Tú.

Cuando me convierto en instrumento tuyo y permito que habites en mí, eres Tú el que construyes. Experimento la alegría y la plenitud de descubrir que los méritos ya no son míos sino tuyos. Que todo es un regalo tuyo. Que lo único mío de verdadero valor es lo tuyo.

Pasajes en los que se pone de manifiesto un encuentro profundo con Dios:

1. Los trabajadores de la viña (Mt 20,1-16).

El reinado de Dios se parece a un propietario que salió al amanecer a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en el jornal de costumbre, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: "Id tambión vosotros a mi viña y os pagaré lo que es justo". Ellos fueron. Salió de nuevo hacia el mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Saliendo al caer de la tarde, encontró a otros parados y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?". Le respondieron: "Nadie nos ha contratado". Él les dijo: "Id también vosotros a la viña". Cuando oscureció, dijo el dueño de la viña a su encargado: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros". Llegaron los del atardecer y cobraron cada uno el jornal entero. Al llegar los primeros pensaban que les darían más, pero también ellos cobraron el mismo jornal por cabeza. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el propietario: "Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos cargado con el peso del día y el bochorno". Él repuso a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en ese jornal?. Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no tento libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos?, o ¿ves tú con malos ojos que yo sea generoso?. Así es como los últimos serán primeros y los primeros últimos.

Al imaginar cómo responde el que llega primero a otro que llega al final pienso en lo que respondería alguien que conoce internamente al Señor porque ha tenido un encuentro íntimo con Él. Creo que no respondería "cobra después de mí y cobra menos que yo" (esa es más la respuesta del hombre que piensa desde sí mismo). Creo que respondería algo más en la línea de "¡Qué pena que no hayas llegado aquí a las ocho de la mañana y no hayas tenido la oportunidad de conocer y trabajar con este dueño de la viña y el resto de los trabajadores!. Después de estar aquí desde las ocho de la mañana, lo que menos me importa es el jornal, sino el haber podido estar en lo bueno y en lo malo con este dueño y con estos otros trabajadores. Vete y cobra tú, que yo quiero quedarme unos minutos más".

2. La transfiguración (Mt 17, 1-9)

Este texto describe un proceso de encuentro cuyo esquema se repite con frecuencia. El proceso comienza cuesta arriba (subiendo la montaña). !Qué difícil es encontrar a Jesús desde la comodidad, el no esforzarse, el camino cuesta abajo!. El encuentro se produce cuando uno recibe el mensaje de que "Este es mi hijo amado, escuchadle". En la práctica este proceso ocurre cuando uno entiende y siente con gran claridad que volcarse hacia los demás es el camino cierto hacia la felicidad.

Recopilamos todos aquellos momentos en los que nuestro corazón se ha conmovido porque al hacer, decir o contemplar algo que en general nos lleva esfuerzo, hemos descubierto hasta qué punto nos hace hondamente felices

3. Mis caminos no son vuestros caminos (Is 55,6-11)

"Buscad al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y Él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.

Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos (oráculo del Señor). Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.

Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra , de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come, así será mi palabra, que sale de mi boca: no volverá a mí vacía, sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo.

Gracias Señor, porque tus caminos no son nuestros caminos, porque tus caminos son más altos que los nuestros.

Uno de los caminos más privilegiados para el encuentro con Cristo se produce con el reconocimiento de que los planes de nuestro Señor son distintos que los nuestros y ¡cuánto mejores!. El proceso de renunciar a nuestros planes para acogernos a los del Señor, es consecuencia de un profundo encuentro con Él.

Recopilamos todos aquellos momentos en los que hemos cambiado de planes, para hacer algo que sin beneficiarnos a nosotros tanto, indudablemente beneficiaba más alguien distinto de nosotros. Cuando uno contempla estas situaciones, uno suele dar el primer paso en la contemplación del propio encuentro con Cristo.

4. Aparición a María Magdalena (Jn 20, 11-22). Este es en mi más humilde opinión uno de los pasajes más hermosos de los evangelios de un encuentro con Jesús.

El encuentro se produce cuando uno es capaz de reconocer a Jesús a nuestro lado. En la contemplación de este texto se pretende encontrar experiencias en las que hemos reconocido al Señor en nuestra vida diaria.

5. Poesía de Lope de Vega.
¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?
¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
que a mi puerta, cubierto de rocío,
pasas las noches de invierno oscuras?

¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
si de mi ingratitud el hielo frío
secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el ángel me decía:
«Alma, asómate ahora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía»!

¡Y cuántas, hermosura soberana,
«Mañana le abriremos», respondía,
para lo mismo responder mañana!

(Rafael y Lope de Vega)

El contexto de esta poesía surge en un profundo y sincero arrepentimiento del autor, cuando viendo que su vida no le satisface, decide ordenarse sacerdote (aunque después volverá a las andadas).

Para que se dé un encuentro con Él, el primer paso es reconocer y percibir que hay alguien que procura muy vivamente nuestra amistad. El segundo paso es dar una respuesta a esa amistad.

6. La Divina Providencia. Lc 12,22-33
"No andéis agobiados ... Buscad el Reino de Dios y su justicia que el resto se os dará por añadidura".