Thursday, January 12, 2017

Spiritual Sharing November 2016

Mon 20161107

Cuando hablamos mucho de una cosa, se nos puede gastar. La fe se nos entrega en cachitos de realidad. La realidad es inspiradora frente a las ideas porque no sé discute, se acepta, se encaja.

Misericordia es miseria y corazón. No es apetecible en primera instancia, porque nos pone frente a nuestra miseria y no se salda de forma simplona y facilona. Ex 22, 9: para poder acercarnos a la misericordia es preciso tropezar con nuestra miseria. Uno ya sabe de qué va, ha pasado por la miseria (Hb 2, 17).

En la escena del publicado y el fariseo, el fariseo no sale justificado, porque ya se justificó él y no la necesita. La justificación es la herramienta siempre a mano para quedarnos tranquilos al ocultar y ocultarnos nuestra propia miseria.

La vida no es suavona y la misericordia nos compromete porque Dios perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.

La proximidad, la cercanía . El borrico llevó al buen samaritano frente al apaleado. Ya cuando lo vio y se acercó se compadeció y le ayudó. Tampoco fue un héroe porque tuvo que seguir adelante implicando al posadero, a otros.

No vivimos y nos enfrentamos a nuestra propia miseria de la misma manera. Gracias a Pedro tenemos un referente de todos los patinazos de nuestra vida. Judas desaparece después de dar el beso que entregó a Jesús. Tomamos conciencia de nuestra limitación en las consecuencias de lo que hemos hecho. Devolvió las monedas y se ahorcó. Lo que más duele de la culpabilidad no es tanto lo que he hecho sino que se haya roto mi propia imagen. Si el Sanedrín le hubiera castigado, no se hubiera suicidado. Pedro cuenta lo que ha pasado, no se justifica y no le duele su imagen rota, sino lo que objetivamente había pasado: haber negado a Jesús. En estas circunstancias el pecado se produce un triple encuentro. Con su verdad, que no es que no quiera a Jesús, sino que es un cagón. El encuentro con los demás: cuando alguien nos abre su corazón, se nos abren las entrañas de misericordia. Ante quien se justifica nos cerramos y nos endurecemos como pedernal. Y un encuentro con Jesús, que pregunta tres veces a Pedro si le quiere. Porque la misericordia no es admitir que aquí no ha pasado nada, sino que sin ser perfectos podemos ser queridos, sin destruirnos con la culpabilidad.

Tue 20161108

Hoy le pido a Dios, nos inspire palabras y gestos de Jesús de Nazaret.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos, realizando la misericordia y concediéndonos que le sirvamos con santidad y justicia.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los demás y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

Sat 20161119

Aprendiendo a buscar y encontrar en los momentos y circunstancias concretas de cada día nuestro sitio. Descubrir dónde queremos estar, cómo y con quién, haciendo qué. Para que donde quiera o con quien quiera que estemos o haciendo lo que sea que hagamos, experimentemos la paz y satisfacción de ser quienes realmente somos y nos encontremos haciendo lo que de verdad y en realidad nos haga felices, porque es nuestro sitio. Aprendiendo también a hacer de nuestro sitio el que Dios quiere para nosotros. Para que Dios nos conceda soñar con el lugar con el que sueña para nosotros y ese sueño se vaya poco a poco haciendo realidad.

Fri 20161125

Adviento es tiempo humilde para recibir al niño Jesús en medio de un momento que se nos hace oscuro, agitado, lleno de ansiedad cuando somos presa de la angustia, la desesperación y el cansancio. Vivimos en una cultura de la desesperanza. La esperanza cristiana va más allá de la alegría humana. Es una gracia que nos invita a mirar al futuro con esperanza hasta el límite de esperar contra toda esperanza.

Jesús vino, viene y vendrá a nuestra vida. Quizá por eso los cristianos podemos convivir con la desesperanza. La esperanza del cristiano viene del Señor, de que siempre viene a salvarnos.

Conocemos a Dios, tenemos futuro, un sentido y un para qué, una certeza de que no vamos a ser presa del vacío. Vivir la esperanza futura nos da mucha fuerza para vivir el presente. El diario de Anna Frank lleva al límite la esperanza humana pero los cristianos aspiramos a una esperanza con mayúsculas que es Dios mismo, un amor sin condiciones, la vida eterna.

Para crecer en esperanza nos ayuda mirar el pasado con agradecimiento (la memoria agradecida), al presente con mucha atención (estando vigilantes y ver cómo Dios actúa en cada momento) y al futuro con ojos abiertos, porque Jesús viene a estar con nosotros. Por la esperanza aspiramos al cielo, la felicidad que no se acaba.

La esperanza nos abre el corazón, nos preserva del egoísmo y nos lleva a amar. Es armarse con el yelmo de esperanza en el cielo. La esperanza nos salva de tantas cosas …

Pablo está acostumbrado (como a la mayoría de nosotros) a tratar con personas que no han conocido a Dios. Al conocerlo se llenan de esperanza que les hace vivir de otra manera. Descubrimos que no somos de este mundo y estamos llamados a construir una sociedad nueva. Aunque camine por cañadas oscuras, no tememos porque Dios va con nosotros, es nuestro buen pastor. Esperanza es saber que Dios nos acompaña en comunión. No nos preguntamos cómo tener esperanza para nosotros sino para los demás. La esperanza nace del anuncio de la llegada de Dios.

Hay lugares y situaciones privilegiadas para descubrir la esperanza. La oración y el trabajo por los demás, vivir honestamente para hacer un mundo más luminoso. Pensar en el juicio final no debe atemorizarnos, porque no es para condenarnos sino que nos y nos debe llenar de esperanza.

El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje (Salmo 18, 2-5).

«Todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: «¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio!» Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los límites del orbe su lenguaje.» (Romanos 10, 9-18).

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