Friday, October 21, 2016

Spiritual Sharing May 2016

Mon 20160502
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

El fundamento de mi vida es descubrir que aunque no sé con claridad el lugar donde quiero estar mañana, sí sé que quiero estar cerca de mi Señor y que lo que hago hoy me acerca más y más a un encuentro cada vez más cotidiano con Él junto a los que me rodean.

El fundamento de mi vida es constatar que con los años, mi opción de acompañar servir a los demás se hace realidad en decisiones concretas en las que no tengo que pensar si me entrego o no, porque la respuesta por defecto es que sí. Constatar que voy a tener que aprender a vivir siempre con la tensión e incertidumbre de no saber si estoy en mi sitio sino confiar que Dios proveerá.

El fundamento de mi vida es ser poco a poco más consciente de que yo también tengo necesidades, que necesito cariño y descanso, respetarme y hacerme respetar, tener tiempo para estar conmigo mismo, para no hacer nada, para dejar hacer a otros y para vivir con paz que no voy a llegar a todas las personas a las que me gustaría.

El fundamento de mi vida es un corazón descubierto, expuesto y vulnerable, que sufre y padece pero que también se alegra y goza. Un corazón que necesita acompañamiento y comprensión. Que necesita aprender a protegerse y no dejarse pisotear.

El fundamento de mi vida es aprender a ser humilde y aceptar que no puedo mantener el nivel de actividad que tenía cuando era más joven, y que servir a los demás es plenamente compatible con atender mis propias necesidades.

El fundamento de mi vida es dar gracias por haber vencido la tentación de cambiar por cambiar pensando que al hacerlo mi vida se llenaría de sentido. Doy gracias porque no cambié nada y hoy puedo vivir y disfrutar de mi familia con la intensidad que sintió Jesús al decir a sus discípulos: me queda poco tiempo de estar con vosotros.

Wed 20160504
Estos efectos que he dicho a la postre (la humildad de no creerse más por linaje u honra) son de personas ya más llegadas a la perfección y a quien el Señor muy ordinario hace mercedes de llegarle a Sí por contemplación perfecta. Mas lo primero, que es estar determinados a sufrir injurias y sufrirlas aunque sea recibiendo pena, digo que muy en breve lo tiene quien tiene ya esta merced del Señor de tener oración hasta llegar a la unión; y que si no tiene estos efectos y sale muy fuerte de ellos de la oración, crea que no era la merced de Dios, sino alguna ilusión y regalo del demonio, porque nos tengamos por más honrados (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 36, 11).

Thu 20160505
Puede que al principio, cuando el Señor hace estas mercedes, no luego el alma quede con esta fortaleza; más digo que si las continúa a hacer, que en breve tiempo se hace con fortaleza, y ya que no (aunque no) la tenga en otras virtudes, en esto de perdonar sí. No puedo yo creer que alma que tan junto llega de la propia misericordia, adonde conoce la que es y lo mucho que le ha perdonado Dios, deje de perdonar luego con toda facilidad y quede allanada en quedar muy bien con quien la injurió; porque tiene presente el regalo y merced que le ha hecho, adonde vio señales de grande amor y alégrase se le ofrezca en qué le mostrar alguno (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 36, 12).

Thu 20160512
Padre santo, no ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí.

Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.

Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno
-yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste.

Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo.

Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste.

Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos" (Juan 17, 20-26).

La mejor y más patente presencia del Espíritu ocurre en la vida cotidiana. Recibimos el Espíritu en el interior del corazón, cincuenta días tras la Pascua.

Fri 20160520
Ahora mirad que tengo por muy cierto los que llegan a la perfección, que no piden al Señor los libre de los trabajos ni de las tentaciones ni persecuciones y peleas; que este es otro efecto muy cierto y grande de ser espíritu del Señor, y no ilusión, la contemplación y mercedes que su majestad les diere; porque (como poco ha dije) antes los desean y los piden y los aman (Santa Teresa de Jesús, Camino de Perfección 38, 1).

Mon 20160523
Justificados, entonces, por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos alcanzado, mediante la fe, la gracia en la que estamos afianzados, y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce constancia;
la constancia, virtud probada; la virtud probada, esperanza.
Y una esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado (Romanos 5,1-5).

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