Wednesday, April 12, 2000

Ejercicios espirituales de San Ignacio.

Ejercicios espirituales de San Ignacio

Sobre los Ejercicios Espirituales (EE) de San Ignacio

Los ejercicios espirituales son un método que fue creando y desarrollando Ignacio en su propio encuentro profundísimo con Dios. Están recogidos en un pequeño librito cuya riqueza no hace precisamente honor a su grosor ni tamaño.

Los ejercicios están orientados en última instancia en lograr un profundo encuentro con Dios y tomar la decisión del estado de vida. Por tanto se pretende tomar una decisión profundamente inspirada por Dios sobre lo que queremos hacer con nuestra vida. Una decisión llena de luces y sombras que eventualmente nos llevará a una alegría verdadera que nadie podrá arrebatarnos.

Los ejercicios están divididos en cuatro semanas. La duración completa es por tanto un mes a tiempo completo. Existe una modalidad que consiste en ir haciendo los ejercicios en la vida diaria. En este caso, se suele prolongar durante una año completo (a veces algo más).

Los ejercicios comienzan con el Principio y Fundamento que constituye la herramienta principal sobre la que se edifica el fundamento de nuestros ejercicios y en última instancia nuestra propia vida. Este fundamento pretende elegir todo aquello que conduce hacia la felicidad de nuestros hermanos y la nuestra propia a través de un encuentro profundo con Dios.

La primera semana trata sobre la limitación humana, la infidelidad, la mediocridad y todos aquellos contravalores, acciones, pensamientos y sentimientos que nos impiden ser felices. En una palabra, esta semana trata sobre el pecado. Las meditaciones que Ignacio pone en la primera semana pretenden hacernos caer en la cuenta de todo aquello que nos impide el encuentro con Dios.

Un ejemplo de contemplación en esta semana sería la contamplación de la propia muerte. Ignacio nos invita a contemplar las personas que habría a nuestro alrededor en nuestro lecho de muerte (quiénes son esas personas que de algún modo son de verdad relevantes en nuestra vida). Nos invita a mirar nuestro pasado y contemplar y gozar todas las cosas que nos han satisfecho y a caer en la cuenta de las que nunca valieron la pena. Mirar todas aquellas decisiones que deberíamos haber tomado y otras muchas que nunca debimos seguir. Mirar las cosas que desde esa perspectiva hubiéramos hecho en el futuro.

La segunda semana está dedicada a la llamada y a la contemplación de la vida pública de Jesús. Esta semana comienza con la contemplación del Rey temporal y eternal. Aparecen muchas contemplaciones y meditaciones de la vida de Jesús. La petición subyacente en esta semana es pedir conocimiento interno de Jesús, para que nuestro corazón vaya comenzando a arder al contemplar los milagros, las actitudes y la entrega de Jesús. Aparece la meditación de las dos banderas (una de las meditaciones centrales de esta semana). Una bandera es la de Jesús y la otra la del Mal y se contempla cómo llaman cada uno de ellos para que les sigamos. El Mal llama desde el egoísmo, la adulación, la soberbia, el "vano honor del mundo". Somete a sus seguidores privándoles de libertad a través del miedo. Por el contrario Jesús llama desde la entrega, la sencillez y el amor a los demás. La llamada de Jesús no engendra miedo y desarrolla la libertad. Es una llamada que le involucra a Él mismo como un acompañante incondicional. El final de esta semana comienza el proceso de discernimiento de la opción de estado de vida.

La tercera semana contempla la pasión de Jesús. La petición subyacente durante esta semana es "dolor, sentimiento y confusión, porque por mis pecados va el Señor a la Pasión". Se trata de un acompañamiento de Jesús a lo largo de toda la pasión. Por tanto se van contemplando un número de pasajes del evangelio como por ejemplo la oración en el huerto de los olivos, la última cena, el juicio, la muerte, lo que dice antes de la muerte etc.

La cuarta y última semana de los ejercicios contempla la resurrección. Se contemplan los pasajes de las apariciones a los discípulos (e.g. los discípulos de Emaús) y del envío. Esta última semana está centrada en una única contemplación que pone Ignacio. Se llama la "Contemplación para alcanzar amor". Se contemplan todos los bienes recibidos, las luces y sombras y se ofrecen al Señor. Esta contemplación termina con la oración que concluye los ejercicios que se titula "Tomad Señor y recibid":

"Tomad Señor y recibid
toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad.
Todo mi haber y mi poseer.
Vos Señor me lo disteis,
a Vos Señor lo torno.
Todo es vuestro.
Disponed de todo a vuestra voluntad.
Dadme vuestro amor y gracia,
que esta me basta".


Meditación de las dos banderas (o los dos estandartes)

Las dos banderas o los dos estandartes están representados por Jesucristo por un lado y Lucifer por otro. Ambos acampan en el mundo con el deseo de convencer a sus gentes a estar bajo su bandera. Para ello hacen un llamamiento a todos sus adeptos y discípulos pora que esparzan su doctrina por todo el mundo. Ambos líderes pronuncian un discurso sobre cómo poder ganar adeptos.

La petición subyacente a lo largo de esta meditación es "pedir conocimiento de los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y conoscimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán y gracia para le imitar".

1. En primer lugar, considerar cómo acampan cada uno de los líderes en el mundo.

Considerar que Lucifer se instala "en una gran cátedra de fuego y humo, en figura horrible y espantosa". En el mundo actual Lucifer acamparía en la cumbre del poder que engendra miedo, distancia, dominación. Esta parte del ejercicio sería poderse imaginar más en concreto , cómo acampa el mal caudillo en nuestras vidas.

Considerar cómo se instala Jesús, "en lugar humilde hermoso y gracioso". Considerar lo fácilmente visible que es la "cátedra de fuego y humo" del mal caudillo y cómo puede pasar inadvertido ese lugar humilde, hermoso y gracioso donde acampa Jesús. El ejercicio consistiría en imaginarse y contemplar cómo acampa Jesús en nuestro mundo (en lo humilde y sencillo, en los pequeños detalles).

2. En segundo lugar, considerar cuál es el sermón de cada uno de los líderes hace a sus súbditos para lograr convencer al mundo para ponerse debajo de su bandera.

El discurso del mal caudillo amonesta a sus súbditos para echar redes y cadenas; de tentar en la codidia de riquezas para que sean seducidos hacia el vano honor del mundo y la crecida soberbia. Según Ignacio los tres escalones para los que el mal caudillo tienta serían riquezas, honor y soberbia. En esta parte del ejercicio se trata de contemplar este proceso en el mundo y en nuestra vida. Ver cómo se echan cadenas y redes (chantajes, obligar a la gente a hacer cosas por temor a represalias, infudir miedo e inseguridad, adular hasta que la persona se lo crea etc). Contemplar cómo en nuestra vida se nos exhorta y tienta a ser más que los demás (soberbia), tener más que los demás (riqueza) y que todos nos admiren (vano honor del mundo).

El discurso de Jesús exhorta a sus discípulos a convencer al mundo para unirse a su bandera ayudándoles a ser pobres, a que pidan oprobios y menosprecios para lograr la humildad. Los tres escalones serían pobreza contra riqueza, deseo de aprobios y menosprecios contra el vano honor del mundo y humildad contra la soberbia. En esta parte del ejercicio se trataría de contemplar cómo los que nos quieren mostrar quién es Jesús, no pretenden ser más que nadie y tener más que nadie (pobreza), nos convencen porque saben interpretar las dificultades y humillaciones de la vida para ir creyendo que el único que vale de verdad es Jesús (humildad) y nosotros valemos en la medida en que nos parecemos a Él. Se trata de contemplar los interrogantes que ponen en nosotros misioneros, voluntarios, profesionales desinteresados, niños que al desempeñar su vida cotidiana nos hacen preguntarnos por qué lo hacen.

Finalmente, el ejercicio termina con tres coloquios: uno con la Virgen María, otro con Jesús y el último con el Padre, pidiendo que nos conceda encontrar el ardor de corazón al ser pobres, desear oprobios y menosprecios para acercarnos más a Él y a ser humildes.

Los coloquios aparecen por todos los ejercicios. Se trata de ponerse delante del interlocutor expresando nuestros deseos, haciendo nuestras preguntas, pidiendo su consejo. Al principio uno se puede sentir haciendo un monólogo. Con el tiempo, el monólogo se convierte en diálogo y con más tiempo aún, se convierte en una presencia sin palabras, en la que es el corazón el que se afecta y no la cabeza.